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La brecha digital y el acceso a las TIC (tecnologías de la información y comunicaciones) han reflejado la desigualdad en términos de tecnología y educación. El derecho a la información se queda concentrado en unos pocos, los mismos que son dueños de los grandes medios de comunicación e industrias culturales y cuyos productos audiovisuales no representan a una comunidad en su totalidad. El cine comunitario es una herramienta para que las comunidades puedan expresarse libremente sin la necesidad de productores o cineastas profesionales, lo que les facilita retratar su realidad e identidad desde su mirada. El propósito de este texto es plantear el cine comunitario como alternativa para disminuir la brecha digital y potenciar la construcción de memoria conjunta de comunidades históricamente marginadas por la industria del cine en Colombia. 

 

Las tecnologías de la información y comunicaciones (TIC) se han convertido en una herramienta clave para el desarrollo económico, cognitivo y social de las comunidades; sin embargo, no todas las personas cuentan con acceso tecnológico, lo que hace que la brecha digital persista en la sociedad colombiana. El Ministerio de las TIC registró un índice de 34,4% en población que accede a recursos tecnológicos, su aprovechamiento y motivación, sobre todo en personas no nativas de la era digital. Este porcentaje no solo significa una desigualdad de acceso a la información sino un analfabetismo digital que influye en el desarrollo de la educación y dinámicas sociales. De este modo, las telecomunicaciones y productos culturales se limitan a ciertos sectores sociales que tienen mayores recursos; es allí cuando encontramos que los productos audiovisuales que aparentemente buscan “representar” un grupo social solo recaen en la generalización y marginalización de las comunidades y sus realidades. El cine comunitario, por su parte, surge de la necesidad de comunicarse y reivindicarse de los estigmas generados por las industrias culturales, es una alternativa para desarrollar la identidad de las comunidades, empoderarlas, visibilizar sus problemas y hacerlas parte de las TIC. 

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La brecha digital y su impacto en el cine 

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La OCDE (Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico) define la Brecha Digital como: “La brecha entre individuos, hogares, negocios y áreas geográficas en diferentes niveles socioeconómicos con respecto a sus oportunidades de acceso a Tecnologías de Información y Comunicación y su uso para una amplia variedad de actividades”, por su parte la UNESCO define la brecha digital como “las irregularidades en el acceso y en el empleo de tecnologías y de la comunicación como internet, tanto entre diferentes países como dentro de un mismo país”.

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La globalización ha sido un proceso que ha cambiado la producción y distribución de todo tipo de contenidos culturales, abriendo paso al debate entre homogeneización y diversidad. Si bien este proceso global busca un intercambio y relacionamiento en todos los aspectos, el nuevo imperialismo de las industrias supone una uniformidad en los gustos y consumos culturales, dejando de lado las diferencias, valores y costumbres que no encajan con el estilo de vida de las grandes potencias. Aunque el cine colombiano tiene un reconocimiento importante a nivel mundial, gran parte de este, se debe a un concepto erróneo que las grandes productoras tienen sobre el país, ya que si bien el narcotráfico ha marcado nuestra historia, no se puede resumir toda una cultura con base al mismo. Esta generalización no sólo ha generado inconformidad sino que invisibiliza la realidad de muchas personas quienes en su mayoría no cuentan con la posibilidad de alzar su voz a través de los medios digitales.

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El cine y la educación 

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Una de las funciones del cine comunitario, es formar y educar a las comunidades, por ejemplo a la hora de hablar del festival “Ojo al sancocho”, Daniel Bejarano quien es uno de sus fundadores, se refiere a este evento como una escuela de formación y de cine. Estos festivales que son creados por y para las comunidades tienen una función importante en el acto de educar, no solamente en términos de hacer un festival para hablar de cine, sino también en trabajar dentro de comunidades que son apartadas de los planes educativos de la sociedad y que limita la imaginación de los niños, por lo que no se ha trabajado en construir un sistema educativo para los jóvenes del país. Como bien lo dice Gabriel García Márquez, en su texto Por un país al alcance de los niños: 

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“Nuestra educación conformista y represiva parece concebida para que los niños se adapten por la fuerza a un país que no fue pensado para ellos, en lugar de poner el país al alcance de ellos para que lo transformen y engrandezcan. Semejante despropósito restringe la creatividad y la intuición congénitas, y contraría la imaginación, la clarividencia precoz y la sabiduría del corazón, hasta que los niños olviden lo que sin duda saben de nacimiento: que la realidad no termina donde dicen los textos, que su concepción del mundo es má s acorde con la naturaleza que la de los adultos, y que la vida sería más larga y feliz si cada quien pudiera trabajar en lo que le gusta.” 

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Por otro lado, Fermin Figueredo es un actor cubano proveniente de Guantánamo, ha participado en varios festivales de cine comunitario tanto en su país, como en la más reciente edición de Ojo al sancocho y menciona la importancia de permitir y promover el estímulo de la imaginación en los niños: “Creo que el cine impulsa a ese estímulo de la imaginación de los niños porque a veces todo niño es soñador, juega y se cree el juego hasta más no poder, tienen esa facultad que se va perdiendo por las pertinencias de la vida pero el cine ayuda a que esta imaginación siga y no se agote, que siga floreciendo”

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Además, Daniel Bejarano menciona que este festival ayuda a fortalecer los sueños de los niños, a crearles esperanzas en un país en el que no se está trabajando para ellos y es que a la hora de llegar al festival se nota que los actores principales de este trabajo son todos los jóvenes que participan y se sienten identificado con el festival, ven un punto de encuentro para realizar actividades deportivas, compartir tiempos de reflexión sobre el cine y así impulsar su imaginación y su creatividad. 

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Con Ojo al Sancocho, un festival que trabaja con la comunidad de Ciudad Bolívar, se trabaja educando y construyendo una visión diferente de su territorio, en donde es importante permitirles tener libertad a la hora de expresar sus ideas y plasmarlas para hacerlas realidad. El cine tiene dentro de sí uno de esos factores que le permite a la imaginación crear y no limitarse, tal como lo dice Fermin, quien habla de este arte como una esperanza para que los niños puedan realizar sus sueños y los plasmen en lo audiovisual: “Es sumamente valioso a nivel humano o nivel social ver como los niños encuentran una oportunidad en el audiovisual de realización, de soñar, de ver realizarse sus sueños en el trabajo audiovisual y además” .

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El cine y la memoria 

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El cine comunitario construye una memoria por medio del cine, Daniel Bejarano menciona que estos encuentros que nacen en escenarios de violencia de conflicto y de guerra, se ven como una alternativa o una apuesta para la construcción colectiva de la paz. Colombia, al ser un país con tantos años de conflicto armado, debe trabajar más en el sector de la construcción de memoria para que las brechas creadas por el conflicto armado tengan una costura trabajada desde los niños. 

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El cine comunitario no se trata solo de poner una película, un cortometraje, o algún tipo de contenido audiovisual para que la persona lo vea y lo consuma - como en una sala de cine tradicional o con una plataforma digital - , aquí lo más importante es ese trabajo acompañado por la comunidad, ya que este trato mutuo es lo que permite que se construya un ambiente de paz y en donde la construcción de un trabajo se forma con las voces de quienes participan en él.

 

Fermin menciona lo importante de trabajar con las comunidades haciendo referencia a que el ser humano debe dejar de vivir en el individualismo y debe retomar esa idea de vivir en sociedades: “Se crean muchos valores ya que no son trabajos que pertenezcan a una entidad o un individuo, sino se hace desde lo colectivo, casi volviendo a esa premisa de cómo el humano surgió; se dio cuenta que tenía que buscar comunidad, buscar creación en colectivo. En Ojo al Sancocho esto se evidencia desde los niños, es importante que sientan que aporta, que valen, y esto va creciendo, sería reconfortante ver a estos niños en un futuro plantear sus sueños en audiovisuales y contar ellos mismos cuántos les sirvió un festival como Ojo al Sancocho cuando eran pequeños” 

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Finalmente, en una sociedad tan individualista como la colombiana, el cine comunitario logra crear ese vínculo social necesario en el país, en donde se vuelve a trabajar en sociedad y se deja de lado el individualismo que muchas veces caracteriza al colombiano. Es entonces este tipo de arte una forma de crear paz, construir sociedad y eliminar esas brechas que mencionamos al comienzo, cuando nos referimos a los nuevos productos culturales que se promueven por las nuevas tecnologías. Crear festivales de cine comunitario permite que quienes están lejos de lo audiovisual se acerquen por sus propios medios, por sus propias historias y por sus propios trabajos fomentados y transmitidos a partir del trabajo en comunidad.

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